Año viejo y año nuevo.

Todos somos un cliché, eso no hay cómo negarlo. Mientras más temprano lo aceptes, mejor será. Por eso, a pesar de que tengo este blog prácticamente abandonado, no puedo resistirme a crear la consabida entrada de las resoluciones para el Nuevo Año.

En diciembre pasado, pasé revista (para usar una palabrita de moda) de lo difícil y doloroso que había sido el 2012 y me prometí pocas cosas. Todas las cumplí a lo largo de este 2013, más unas cuantas que llegaron sin planificar. O sea, que me fue bien en este 2013. Quejas no tengo, ni remordimientos tampoco.  Para este año que termina sólo me propuse usar más faldas y eso lo logré. Para este año 2014, aparte de mantenerme relativamente sana mentalmente, procuraré no montarme ni mi carro ni yo en otra grúa. Es cuanto.

Keep it simple, people. Feliz fin de año.

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Se va el 2012.

Siéntanse libres de dar saltos de alegría, si a ustedes el 2012 los golpeó, maltrató, pulverizó como a mí.

Pero como siempre hay un pero, he decidido («decidido» = dicen todos los libros que me recomiendan para mejorar mi ánimo) enfocarme en lo bueno, positivo, sano, en fin, en la abundancia que sí se evidencia en mi vida. Por eso, quisiera que antes de terminar este año poder hacer algunas cosas de las que disfruté en este fatídico periodo. Estoy consciente de que sólo le quedan 5 días a este año, pero creo que hasta yo en mi vagancia podré lograrlo:

Disfrutar un atardecer con un café y una margarita de jengibre en La Alpargatería.

Desayunar en el Palacio de la Esquizofrenia, frente al Parque Colón, en la Zona Colonial, con toda la calma del mundo y bolitas de queso.

Ver una película vieja en el Rincón del Cine.

Aún así, justo es dar gracias por lo que sí tuvo de bueno este 2012:

Retomé mi lucrativa y centelleante carrera en la radio, con los Martes de Lectura a través de Uepa Radio Show. Gracias a Aura Rosa por confiar en mí.

Se fortalecieron amistades nuevas, semi-nuevas y viejas. Siempre hay gente a la que querer.

Regresé a una de las agencias que me acogió durante mis inicios en la publicidad, y a la que siempre quise volver. ¿Ven? ¡visualizar sí funciona!

Nació mi bello sobrino Giovanni Rafael, al que aún no conozco en la vida real pero del que tengo tantas fotos que puedo publicar dos libros. No aguanto las ganas de apretarlo.
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Mi madre está sana y fuerte, Alma crece y aprende, me llena de retos que debemos superar cada día, pero el aprendizaje es para ambas y así lo enfrentaremos.

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Gracias a la vida que te quita y te da. Aún lloro, pero acepto que es natural y que así será por un tiempo. Que las lágrimas no me impidan nunca dar las gracias.